martes, agosto 1

Nano Historias

Un Mosquito, la Bella Isabel y el Profeta Isaías

Atraído sin escapatoria voló hacia la Phillips de 100w para entrar al dormitorio por la ventana entreabierta. Sobre la cama en desorden, los brazos en cruz, con el torrente sanguíneo aún galopando a lo largo de venas y arterias, yacía desnuda Isabel. Batió las alas por el aire espesado de perfumes y música de violines lánguidos para posarse sobre la vastedad de su espalda. Hasta se pudo dar el gusto de elegir su lugar favorito, la base del cuello. Con la sangre endulzada por mil palabras de amor y la conciencia hartada de besos, Isabel se dejó penetrar. Él nunca había probado un manjar mejor. Bebió hasta la borrachera. Hasta engrosar dos veces su abdomen transparente. Mareado de placer voló hacia la pared más cercana.

—Ay Hugo. Anda un zancudo —se quejó mimosa Isabel. —Me acaba de picar.

El aludido asomó la cabeza por la puerta del baño. Su actitud enérgica daba a entender a las claras que nadie podía dañar a su amada sin vérselas con él primero. El bicho, alertado del peligro, emprendió de nuevo el vuelo. Pero ahora su estanque lleno dificultaba la maniobra.

Hugo, decidido, cogió el libro que reposaba abierto a un costado de la lamparita del velador.

—No, con eso no, Hugo. Es la Bibl

Pero ya era tarde. El libro fue cerrado con fuerza. El suave ruido quedó resonando en los delicados oídos de Isabel como una herejía.

—¿Lo mataste?

Hugo reabrió ansioso las sagradas escrituras. No tardó en hallar el sitio de la venganza. La sangre de Isabel no alcanzaba a interrumpir, justo en Isaías 53.10, las proféticas palabras: “Pero Jehová se deleitará en aplastarlo”.


La Masacre

Ernestina fue la primera en caer tras el sorpresivo ataque del enemigo. Fernanda murió a pasos del lugar donde trataba de guarecerse debido a que sus heridas anteriores le dificultaron la huída. Emilia y Roberta hicieron lo posible por escapar pero cuando dimos con ellas, poco más tarde, estaban prácticamente irreconocibles. Alejandra corrió igual suerte. Isabel se salvó de milagro, y Olimpia también pues su madre le había prohibido que se alejara. Lo peor fue lo sucedido con Mariluz. Llegó hasta acá a duras penas, arrastrándose, muy maltrecha. Apenas podíamos creer cuando Yolanda y Patricia se pusieron a cantar: La cuca-rá-cha, la cuca-rá-cha♪♪♪ ya no puede caminar...♫


Mala Gripe


La mañana que Genaro decidió saltar del puente para ahogar definitivamente todos sus problemas con Meteorología II y con Lupercio Galíndez, el maldito profesor del ramo, sintió que había calculado mal el frío que haría a esa hora. La baja temperatura y el viento lo hicieron regresar a casa. No fuese a ser que cogiese una mala gripe.


Caminar de Noche

Hace ya más de cincuenta años, un niño delgado y lento cruzaba sobre el estero que divide su ciudad, atento al canto de las ranas que bajo la luna intercambiaban mensajes de amor y búsqueda. Hoy, si cualquiera de nosotros recorre el mismo camino, sólo nos acompañará el sonido de nuestros propios pasos. ¿Qué fue que te hicimos ciudad que te quedaste sin voz?

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Interesante, bonito, ingenioso, sensual.

Felicitaciones al autor de estas bellas historias.

Margarita

6:21 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

QUE LINDO SOS !!! SE QUE YA TE LO DIJERON SI LEES ESTO QUIERO SABERLO

5:38 p.m.  
Blogger juan pablo reyes said...

Leo los comentarios. Alguna vez me han ayudado para reconvertirlos en las "cartas" que escribe Milena. De todos modos, agradecido.

6:39 p.m.  
Blogger Viviana Silva said...

Querido Juan Pablo:

Sabes que hace no tanto rato, he cruzado el estero ese de hablas. Vi muchos autos estacionados en la arena amarilla y reseca,pero (fíjate que extraño) escuché el canto de las ranas bajo la luna.

Parece que con sólo un poco de inspiración se pueden escuchar
todavía. Trata de volver a pasar.

Muchos cariños.


Viviana

7:33 p.m.  

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